Representa un espacio de sacralización y carácter religioso, en forma de hueco abierto en un muro y de planta semicircular. En su interior se ubica “la Cruz de la Villa” adornada con flores y velas por los propios vecinos del pueblo, cuidándola y protegiéndola a través de una reja de forja artesanal y cubierta por un tejadillo a un agua.
Esta hornacina es la única que aún se conserva del antiguo Vía Crucis. Cobrando mayor relevancia el Día de la Cruz que tiene lugar en el mes de Mayo.